El río Paraná no es solo un curso de agua; es una arteria vital que atraviesa siete provincias argentinas y conecta cinco países. Su caudal sostiene economías regionales, preserva culturas ancestrales y equilibra ecosistemas únicos.
El 20 de noviembre de 2024, el gobierno nacional anunció la licitación del tramo principal de la vía fluvial Paraná-Paraguay, una decisión que no solo entrega soberanía, sino que también altera drásticamente el cauce del río con consecuencias ambientales incalculables. Entre los cambios previstos, se pretende llevar el dragado a una profundidad de 44 pies, extrayendo 150 millones de m³ de sedimentos sin un plan claro de destino, lo que pondrá en riesgo la biodiversidad y el equilibrio del ecosistema. Esta medida, impulsada por las agroexportadoras para reducir costos logísticos y aumentar ganancias, se intentó imponer sin un estudio de impacto ambiental adecuado. Sin embargo, ante las numerosas demandas judiciales y el rechazo de organizaciones socioambientales, el proceso fue declarado nulo.
Por el agua, la vida y la soberanía
El 1 de marzo se lanzó la Campaña Remar Contracorriente por el Agua, la Vida y la Soberanía desde Clorinda, Formosa, con alcance en toda América Latina y el Caribe. La travesía a remo recorrió 1.200 kilómetros en 22 días, pasando por 25 territorios y reuniéndose con comunidades locales. Apoyados por más de 170 organizaciones, los remeros emprendieron esta lucha en defensa del Paraná, articulando esfuerzos con colectivos de toda la cuenca del Plata y el Caribe.
La llegada a Paraná fue una jornada histórica. Cientos de personas se congregaron en la costa para recibir a los remeros, que arribaron al Balneario Municipal junto a más de 50 kayaks y canoas, formando una caravana de emoción y compromiso. La bienvenida incluyó un banderazo, una ceremonia interreligiosa con representantes de los pueblos Charrúa y Mocoví, y un festival cultural que reafirmó la defensa del río.
Durante el acto, se leyó un documento que alertó sobre los riesgos de la privatización del corredor fluvial por 30 años, denunciando la pérdida de soberanía y el impacto ambiental del dragado. También se recordó la histórica lucha del pueblo entrerriano, que en 1997 logró la sanción de la Ley de Libertad de los Ríos.
Con el Paraná como testigo, la remada continuó su camino dejando un mensaje claro: los pueblos están de pie y no entregarán su río.
Detrás de la licitación
El Paraná es el corredor por donde sale el 80% de las exportaciones del agro y de la industria en Argentina. Su dragado está hace más de 25 años en manos de la Jan de Nul, una empresa Belga (uno de los países fundadores de la OTAN). Por lo que al privatizar la gestión del río se siguen evadiendo impuestos y se perpetúa el
saqueo de nuestros recursos y la extranjerización de nuestra economía. Al mismo tiempo el control sobre lo que se transporta y sucede en el río, queda a manos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense. El llamado a licitación para la concesión de la Vía Navegable Troncal (VTN) pone en peligro nuestra soberanía sobre el río Paraná, deja en manos de multinacionales la planificación y gestión del tramo más estratégico del río.
¿Tomar el control de nuestro río y nuestros puertos?
Desde 1898, la Dirección Nacional de Vías Navegables realizó el dragado de nuestros ríos, consolidando un valioso patrimonio técnico y científico para el Estado argentino. Sin embargo, la privatización de los años 90 y la posterior desidia dejaron este legado en el abandono.
A pesar de los intentos por desmantelar nuestra infraestructura, Argentina aún posee dragas. La Dustpan 402-C y la Dustpan 403-C esperan ser reactivadas, mientras que la draga 256-C Capitán Núñez sigue en uso por la empresa belga Jan de Nul sin costo alguno. Con solo un año de cobro de peaje, se podría financiar la compra o construcción de nuevas dragas en astilleros nacionales.
Es urgente avanzar en medidas concretas para recuperar el control de nuestros ríos. Porque, como siempre decimos, entregar el Paraná es entregar nuestra bandera.
