Nos encontramos con Selva Almada escritora entrerriana considerada una de las escritoras contemporáneas más destacadas de la Argentina y América Latina.
Hay una propuesta en la literatura que escribís de narrar las distintas realidades que habitan nuestro suelo más allá de Buenos Aires, de una manera casi estudiada ¿Cómo nace esa propuesta?
SA: En realidad no fue un plan, no es que dije bueno voy a escribir sobre esto por tal cosa, se dio un poco espontáneamente publiqué en 2008 un libro que se llama Una chica de provincia que eran relatos basados en algunos episodios de mi historia familiar, de mi historia de vida. Una vez que se publicó me di cuenta de que había un montón de otras historias, tramas, personajes y situaciones que tenían que ver con esa región y que me interesaba escribir sobre eso o a partir de eso. Supongo que tiene que ver con la propia experiencia de vida con que me crié fuera de Buenos Aires, fuera de una gran ciudad, entonces mi experiencia vital es mucho más cercana a esos territorios. También como lectora me interesa más ese tipo de literatura. Después en los libros que siguieron a ese primero, seguí explorando un poco no solo el territorio como paisaje sino el territorio como parte de una manera de ser y de estar en el mundo, una manera de mirar particular que creo que es muy diferente a la manera de mirar que tienen los habitantes de las grandes ciudades. Ni mejor ni peor, solamente distinta. Después me enganché con el tema del lenguaje y la oralidad de esa región donde había crecido.
¿Qué buscas en la literatura, cuál es el objetivo que nace a la hora de tomar el rol de lectora?
SA: Desde muy chica empecé a leer y era para mi el mejor plan posible. Aunque pasaron los años, lo primero que busco en la lectura es la construcción del mundo que pensó ese autor o esa autora para esa novela. Para que ocurra se tienen que conjugar varias cosas: la escritura me tiene que entusiasmar, el lenguaje, la trama, los personajes y su construcción. Lo que cambia con el correr del tiempo es que me cuesta cada vez más encontrar libros que no pueda parar de leer, algo que si me pasaba en los primeros años y que recuerdo como una experiencia fascinante. Después una al escribir, al ser escritora también lee buscando a veces como aprender de autoras o de autores que admiras, eso lo siento más en las relecturas, volves a leer para ver cómo ese autor admirado construyó ese artefacto. Releer para aprender los trucos de los mayores.
¿Creés que verdaderamente en la situación que vivimos hoy hay un «ataque a la cultura»?¿ Cómo sentís que se pone de manifiesto la situación en el trabajo del ámbito cultural?
SA: Sí, creo que hay por un lado un enorme desinterés pero también por otro lado una voluntad de desmantelar, de borrar, mucho relacionado con la cultura. No solo con la cultura, con los movimientos sociales, con las maneras de agruparse, con las maneras colaborativas de trabajo. Estamos en un contexto súper individualista donde lo único que me importa es el “sálvese quien pueda”. La cultura siempre es un acto colectivo, no me llama la atención que un gobierno que pregona el individualismo y la libertad individual por encima de todas las cosas no apoye algo tan comunitario como es la cultura. Porque la cultura no la hacemos los escritores solamente, ni los músicos solamente, sino que es algo que se construye con los lectores, con otras disciplinas artísticas, con otros artistas. El arte como individualidad no existe. Si han habido afrentas claras desde que asumió este gobierno a distintos programas, por ejemplo el Programa Sur de Traducciones que tiene un presupuesto tan irrisorio que es prácticamente como si no existiera, los cuestionamiento al INCAA, al Instituto Nacional de Teatro, los cuestionamientos al Fondo Nacional de las Artes creo que esos primeros meses de gobierno las afrentas fueron muy claras. Después lo que se nota constantemente: el desprecio absoluto hacia el derecho a la cultura, el derecho a la lectura, como tantos otros derechos porque también hay un desprecio por el derecho a la Salud, por el derecho al trabajo, por el derecho a la educación.
Teniendo en cuenta el contexto, ¿cuál es el rol que te parece que debe tomar la literatura ante una realidad adversa?
SA: Yo nunca le pido cosas al arte, no siento que la literatura tenga que hacer tal o cual cosa en tal o cual contexto. Si creo que (pero esto siempre) el deber de un artista es siempre estar en tensión con el poder instituido o con el poder de turno, aún cuando simpatizamos hay que cuestionarlo, ese el rol de cualquier artista. Y en tiempos como este desde el lugar de artista primero hay que seguir trabajando a pesar de todo y contra todo pronóstico, hay que seguir generando encuentros; que la literatura, que el teatro, que las artes plásticas, que el cine sean lugares de encuentro porque la mejor manera de resistir es encontrándose.




