Tres años de la invasión de Rusia a Ucrania

El mundo que conocíamos antes del 24 de febrero de 2022 ya no existe. La agresión de Vladimir Putin contra Ucrania cumple tres años. Las fuerzas rusas atacaron por tierra, aire y mar, pero se encontraron con una feroz resistencia del pueblo y las fuerzas armadas ucranianas, algo que Moscú había subestimado. Rápidamente, el gobierno ucraniano reaccionó y organizó su defensa, dando inicio al mayor conflicto militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es la situación actual en Ucrania?

Prelúdio e invasión

Desde 2014, Ucrania ha estado en conflicto con Rusia tras la apropiación de la Península de Crimea y la guerra en el Donbás (región en el este ucraniano) entre fuerzas ucranianas y separatistas prorrusos. Este conflicto tuvo su origen en el Euromaidán, un levantamiento popular en 2013-2014 que llevó al derrocamiento del presidente prorruso Víktor Yanukóvich, dejó cientos de civiles muertos y marcó el giro definitivo de Ucrania hacia Occidente. Los acuerdos de Minsk (2015) no lograron detener las hostilidades, y el conflicto continuó con baja intensidad mientras Ucrania se acercaba a Occidente.

En 2021, Rusia comenzó a movilizar tropas en la frontera y exigió que Ucrania no se uniera a la OTAN. El 21 de febrero de 2022, el Kremlin reconoció a Donetsk y Lugansk, regiones geográficamente ucranianas pero controladas por líderes ligados al Kremlin, como repúblicas independientes y, tres días después, Vladimir Putin mostró su peor cara y lanzó una invasión a gran escala.

Desde entonces, Ucrania se convirtió en un campo de disputa entre potencias imperialistas. Aunque Rusia es el agresor directo, la Unión Europea y la OTAN han intervenido desde 2014 en apoyo del gobierno ucraniano. Con la invasión de 2022, la OTAN, liderada por Estados Unidos y compuesta por más de 30 países, jugó un papel clave, proporcionando ayuda económica, equipamiento bélico y asesoramiento militar al gobierno de Volodímir Zelenski.

La importancia de Ucrania no solo radica en su posición estratégica como puente entre Europa y Rusia, sino también en su riqueza agrícola e industrial. Conocida como el «granero de Europa», Ucrania es uno de los mayores exportadores de cereales del mundo, y su industria metalúrgica y tecnológica ha sido clave en el desarrollo de la región. Además, su infraestructura energética y su papel en el tránsito de gas hacia Europa la convierten en un punto neurálgico de la geopolítica. A esto se suma su capacidad nuclear heredada de la era soviética, lo que refuerza su relevancia estratégica y la convierte en un territorio clave en la disputa de poder global.

La situación actual 

En un mundo donde la disputa interimperialista se incrementa, la guerra ha provocado una de las mayores crisis humanitarias y de desplazados en la historia reciente. Según ACNUR, la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas, más de 10 millones de personas han sido afectadas, de las cuales 6,7 millones han buscado refugio en Europa. Desde agosto de 2024, 170.000 personas han huido del este de Ucrania, sumándose a los casi 3,6 millones de desplazados dentro del país y a los más de 6,75 millones que han buscado refugio fuera de suelo ucraniano. Además, alrededor del 40% de la población depende de ayuda humanitaria, y la ONU estima que se necesitan 4.000 millones de euros para atender a los afectados.

El costo humano también es devastador, con cerca de un millón de muertos o heridos entre soldados y civiles, agravando la crisis demográfica en Ucrania y Rusia. En el frente militar, Ucrania enfrenta una situación difícil, con Rusia ocupando vastas zonas del país. Sin embargo, la resistencia ucraniana sigue activa, infligiendo importantes bajas al ejército ruso. Un ejemplo de esto es la incursión de tropas ucranianas en Kursk, dentro del territorio ruso, desde agosto de 2024.

La resistencia

No solo la guerra ha traído muerte y desplazamientos masivos, sino también una notable resistencia civil. Antes de la invasión, la población ucraniana comenzó a organizarse ante el creciente peligro, con el acondicionamiento de escuelas y hospitales para usarlos como refugio de los ataques. Tras el inicio del conflicto, los civiles en territorios ocupados como Melitópol y Jersón llevaron a cabo valientes protestas masivas contra la ocupación rusa. En Energodar, voluntarios intentaron defender la ciudad y su planta nuclear, convirtiendo a la resistencia civil en un símbolo de lucha contra la ocupación.

Actualidad: Unas falsas negociaciones de paz 

A comienzos de 2025, se produjo un cambio importante en uno de los países con injerencia en el conflicto: en Estados Unidos asumió Donald Trump, dejando atrás la política de asistencia militar que el demócrata Biden sostuvo desde el inicio de la invasión. La posibilidad de un alto al fuego impulsado por el mandatario republicano genera escepticismo, ya que sus propuestas favorecen el expansionismo de Putin en detrimento de la soberanía ucraniana. Las negociaciones se llevarían a cabo sin la presencia de Zelenski, con Rusia y Estados Unidos como principales actores, dejando a Ucrania al margen de su propio destino.

El supuesto alto al fuego también incluiría presiones para que Ucrania realice cambios internos forzados, como el reconocimiento del ruso como idioma oficial y la flexibilización de sanciones a Moscú, lo que equivaldría a una rendición parcial ante las exigencias del Kremlin. Tanto Rusia como Estados Unidos están utilizando la guerra para avanzar en sus propios intereses geopolíticos, sin importarles las consecuencias para el pueblo ucraniano, que sigue resistiendo con heroísmo frente a la agresión y las negociaciones que buscan imponerle un futuro sin soberanía.

Una salida popular y sin injerencias 

El conflicto marcó un antes y un después en la historia moderna y demostró que la seguridad en Europa es más frágil de lo que se creía. La resistencia de Ucrania, reconocida por su fortaleza y su capacidad para resistir en solitario, se convierte en un símbolo para los pueblos que luchan contra la opresión de potencias internacionales. Así, se enfatiza que la resistencia ucraniana no es solo militar, sino también una lucha por su soberanía y derecho a decidir su propio destino.

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