El hambre no espera

Todos los días, cerca del mediodía se prenden las hornallas de “La vieja Marta”, una olla popular que nació antes de la pandemia y que hoy, es un lugar reconocido por los vecinos del barrio “24 de febrero” de La Matanza, en el corazón profundo del conurbano bonaerense. Charlamos con Yesi, coordinadora de la CAAC de La Matanza.

En este barrio las necesidades siempre fueron una postergación para todos los gobiernos de turno. Los vecinos están acostumbrados a poner el cuerpo día a día para llegar a fin de mes, y poder sobrevivir en una zona donde no solo es una preocupación la falta de trabajo, sino la droga. Pero en este último tiempo, la situación económica empeoró tanto, que ya es desesperante. A mitad de mes, la gente ya no tiene un peso, y recurre a buscar algo de comida y contención en la olla de “La vieja Marta”.

En estos días la terrible lluvia azotó gran parte de Buenos Aires, y nuevamente como todos los años, deja al desnudo la falta de infraestructura para enfrentar estos temporales. Y el recorte del presupuesto a los comedores que llevó adelante la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, como parte del ajuste del presidente Milei, precisamente no es algo para festejar. Esta situación ha llevado a los compañeros que trabajan en el comedor a organizarse con donaciones, recursos de la CAAC (Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario). “Hoy jueves, nos vimos desbordados por la cantidad de gente que llegó al comedor. Fueron cerca de 500 personas”, nos cuenta Yesi. “Llamamos a C5N para que salga en los medios esta situación que estamos pasando, pero no tenían móviles porque estaban cubriendo lo que está pasando en Congreso, con el DNU”. “La situación es muy grave, se duplicó la cantidad de gente que viene, familias que nunca vinieron al comedor que se quedaron sin nada después de la lluvia, los cooperativistas de la CCC que se quedaron sin trabajo.”

A pesar de todas las dificultades y de esta dura realidad que ha empeorado en estos tres meses del nuevo gobierno, se organiza la solidaridad entre los vecinos del barrio 24 de Febrero en La Matanza como en muchos otros lugares y comedores de nuestro país. Porque ante un presidente al que parece no importarle el sufrimiento y dolor ajeno, y que la gente se muera de hambre, hay un pueblo que da batalla, resiste y se organiza en los comedores populares teniendo en claro que la salida es colectiva y es entre todxs.

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