¿El amor vence al odio?

En el último tiempo ha existido una frase respecto al amor y a la violencia que ha manifestado tensiones dentro del campo popular: “el amor vence al odio”. Si queremos torcerle el brazo a Milei, es necesario darse un espacio de reflexión acerca de este dicho que ha resonado en distintos sectores y que se ha sentido dentro de la toma de Filosofía y Letras en Tucumán, rebotado en asambleas y reuniones de comisiones internas. Caracterizar bien a que se refieren los comunistas con “violencia” permitirá profundizar en la comprensión de los objetivos revolucionarios del PCR y su JCR.

“El amor vence al odio” frase categórica y patentada por Cristina Fernández de Kirchner. Ésta aplicada al contexto político queda ambigua y contradicha, ya que sin ánimos de filosofar: ¿Quién es el amor? ¿Quién es el odio? Esta frase aplica exactamente a la eterna dicotomía “Civilización y Barbarie” aplicada durante la época que Sarmientó publicó el Facundo: “Nosotros somos el amor, ustedes son el odio”.

“El amor” como el aspecto de una contradicción que busca convencer, generar lazos de empatía y con el afan de construir una colectividad, una distinta al de aquellos que buscan destruir, proclama una promesa de paz, una alternativa a la desmesurada acción belicosa de aquellos sectores que buscan imponerse a través del uso de la violencia. Asociada al pueblo. “El odio” como el otro aspecto que busca imponerse en el poder a la fuerza, a través de la violencia desatada y desorganizada, claramente asociada a las clases dominantes, grupos de poder, y reaccionarios que les siguen.

Esta proclamación busca discutir una alternativa a los discursos violentos, generando un consenso de paz entre los actores de la sociedad, ya que a través del diálogo y sus respectivos acuerdos se llegaá a una conciliación entre los distintos sectores políticos, una suerte de paz inocua con el afán de construir una democracia que responda al pueblo.

Ahora bien, ¿realmente esto es así? Rotundamente no, lo que vence al odio no es “el amor”, es la organización y la lucha. Si el amor venciese al odio, el presidente que tenemos hoy no hubiera triunfado en las elecciones pasadas, ya que lo que predominó en ese momento fue la bronca de las masas populares que no encontraron una solución en el gobierno de Fernández, que a su vez se vieron embroncadas por el infierno macrista vivido en 2015-2019, que a su vez cansados por la corrupción kirchnerista (por supuesto esto alimentado por medios de comunicación opositores al gobierno) mostraron su enojo a las políticas de ese entonces a través del voto.

Esta frase implica un diálogo con aquellos sectores de las clases dominantes que ha reprimido a nuestros jubilados, que ha reprimido en el marco de la Ley Bases, que ha reprimido en la llegada de Milei a Tucumán, que ha reprimido a propios diputados que estaban manifestándose en las calles, que hizo que la policía desalojara las clases públicas en las calles al frente de FFyLL por órdenes directas del gobernador. Por lo tanto, yo me pregunto, ¿por qué ir al debate con aquellos que buscan destruirte? ¿se puede dialogar con esos sectores? ¿se puede dialogar con el “odio”? Resulta complicado, no se puede combatir a los fusiles con ramos de flores.

Entonces queda dando vueltas una pregunta: ¿que alternativa hay al amor? Exactamente la lucha de clases, ya que ésta como motor de la historia se ha demostrado y sigue demostrando que la historia de nuestras sociedades tiene su escencia en la lucha entre opresores y oprimidos. Hoy nuestro país tiene una divergencia de sectores inmensa, donde hoy las clases dominantes tienen su expresión más fuerte dentro del gobierno de la Libertad Avanza, encabezados por el presidente Milei que responde al imperialismo yankee e israelí de manera carnal, cada vez más divididos con sectores de las FF.AA representadas por la vicepresidenta Villarruel, y por supuesto Mauricio Macri, el sujeto que más daño le hizo a nuestro país, le puso en el gabinete a Bullrich y a “Toto” Caputo, para después garantizar el ingreso de Federico Sturzenegger.
Muchos de estos nombres le hicieron mucho daño al pueblo argentino: en 1976, en el 2001, en 2015 y ahora en 2024. Entonces, si el amor vence al odio, ¿por qué volvieron las figuras más nefastas a los distintos puestos de poder?

Lo que vencerá al odio que tiene una representación de clase explícita, a aquellas clases dominantes se las vencerá con la violencia organizada de masas y la imposición de las clases populares, no con una inocua conciliación que busca generar una paz que ni al mismo Perón le funcionó cuando dijo “Mire mi hijo, entre la sangre y el tiempo, prefiero el tiempo”. No hay conciliación posible con las clases dominantes ni con sectores de burguesía intermediaria, lo que vencerá al “odio” es la imposición de una clase por sobre la otra, o sea, cuando los oprimidos logren liberarse de su yugo y con la fuerza de su clase, tomen el poder para vencer a sus opresores para así decidir sobre su propio destino.

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