Estamos hartos

La violencia y la inseguridad no paran de crecer y preocupan al conjunto del pueblo. El gobierno nos ajusta brutalmente, permite el avance de la droga y el narcotráfico, y propone cárcel y mano dura para los pibes como salida al problema. Pero ¿es este el camino?

El caso de Kim, la niña de 7 años que murió en medio de un robo realizado por dos pibes de 17 y 15 años, conmovió a la ciudad de La Plata y al país entero. Estamos hartos de no poder salir a las calles, tranquilos y seguros. Estamos cansados de la violencia que hay en las escuelas y a la salida de estas, frente a la impotencia que se siente por la falta de laburo, por no llegar a fin de mes y por no tener un plato de comida en casa.
En una Argentina donde no tenemos perspectivas de futuro, la violencia se intenta naturalizar y justificar de la mano del gobierno de Milei y la ministra de Seguridad Patricia Bulrich. Un gobierno que ajusta brutalmente al conjunto del pueblo con salarios cada vez más bajos, recorte laboral con despidos masivos, y presupuesto para la Universidad desactualizado. Jubilados sin cobertura social y médica, brutalmente reprimidos, un millón de pibes y pibas que se van a la cama sin comer, y la lista sigue. En este contexto es lógico que la inseguridad y la violencia aumenten de la mano del crecimiento del narcotráfico y la droga, sobre todo en los barrios más humildes.
Somos los pibes los que quedamos a la deriva porque la salida parece ser la droga, la timba financiera y el gatillo fácil con la policía corrupta y narcotraficante. El debate actual tiene que ver con qué solución le damos a este problema. Una parte del pueblo pide más seguridad en las calles mientras que exige políticas públicas. Sin embargo, un aspecto del problema que muchas veces no se discute (o no quieren que discutamos) es quiénes son los verdaderos dueños y garantes del negocio de la droga. Empresarios corruptos, dueños de empresas extranjeras que se llenan los bolsillos a costa del lavado de guita. Un ejemplo claro de esto es el de los puertos que están instalados a la vera del Río Paraná donde en Agosto del año 2022 se encontraron 1400 kilogramos de cocaína en el puerto de Rosario que estaban destinados a Europa. Hoy en Argentina las fuerzas de seguridad están dirigidas a reprimir al pueblo, como vemos que sucede todos los miércoles con el reclamo de las y los jubilados. Lo que deja en claro que las fuerzas en las calles reprimiendo no será jamás la solución al narcotráfico, la violencia y la desigualdad social.

Ningún pibe nace chorro
El gobierno vuelve a la carga con un viejo plan de la derecha: bajar la edad de imputabilidad, queriendo instalar que la seguridad de las familias y la sociedad va cambiar cuando se ajuste con mano dura a jóvenes y niños de 13 años en reformatorios. Para nosotros este no es el camino cuando es el mismo sistema capitalista que nos descarta llevando a la miseria a miles de pibes y pibas que terminan en la droga. Nos encontramos en un momento donde nos ajustan el bolsillo y tenemos que dejar la escuela, la secundaria y ni pensar la Universidad, para salir a buscar uno, dos o tres trabajos, en un mundo donde aumentan los factores de guerra por la disputa interimperialista y la venta de nuestro país, donde unos pocos, empresarios y poderosos se llevan nuestras riquezas, nuestra soberanía y nuestra independencia en pala.
El hambre y la droga son parte de esta sociedad en un país oprimido por el latifundio y el imperialismo, por eso desde la JCR y el movimiento Ni Un Pibe Menos Por la Droga, la JCCC y los movimientos que impulsamos, estamos convencidos de que la lucha diaria es la salida, para poder mejorar las condiciones y nuestro futuro en todo el país, que podamos elegir estudiar o acceder a un trabajo digno. Que haya más políticas de prevención que cuenten con presupuesto para acceder a cultura, educación y deporte, como el ejemplo de los pibes y las pibas de la comunidad Mocoví (Berisso, Buenos Aires) que se organizaron y armaron un equipo de fútbol para fortalecer los vínculos, el encuentro y tener acceso al deporte y la recreación.

Otro futuro es posible
Nos organizamos día a día luchando por transformar la realidad, peleando por otra salida a favor de la inmensa mayoría. Necesitamos tener el control de nuestros ríos y nuestros puertos, queremos astilleros estatales que fabriquen nuestros propios barcos y generen empleo para la juventud. Escuelas bien equipadas y docentes con salarios acordes a la economía actual para garantizar educación de calidad y permanencia. Las palabras del padre de Kim, con un profundo dolor por la pérdida de su hija, nos hacen reflexionar sobre las causas del problema: “Estoy buscando un propósito para estar acá y no estar con mi hija. Se metieron con los abuelos, nadie dice nada. Se metieron con las mujeres, nadie hace nada y ahora se meten con nuestros hijos! Lo que más me entristece de todo, de verdad se los digo, entre tanto dolor, es que son chicos los que están ahí adentro, es culpa nuestra que estén ahí adentro, por qué estamos fallando como sociedad. Si nosotros bajamos una ley los chicos necesitan una ayuda, hagamos algo previo para que no tengan que llegar, no fallen los padres, comprométanse, y si fallan los padres que este el Estado para ayudarlos, y si fallan, ahí sí, cada cual tiene que hacerse responsable, pero démosle la oportunidad a todos para que tengan la posibilidad de salir a vivir sus sueños día a día y que Kim sea la última.¨
No aceptamos entregarle nuestro futuro a quienes pretenden robarlo, porque luchamos por una patria libre que permita cumplir nuestros sueños y nuestros derechos.

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