Milei es hambre 

En la Argentina de Milei crece el hambre, pero también crece la lucha. Ante un gobierno que no entregó ni un paquete de fideos para los comedores, las organizaciones sociales son un ejemplo de organización y de cómo enfrentarlo en la calle.

La situación es desesperante. Las políticas del gobierno de Milei aumentan los despidos, la pobreza y la indigencia. El gran drama que crece en los barrios es el hambre. En mayo salió a la luz que el gobierno guardaba en depósitos en el gran Buenos Aires y en Tucumán más de cinco millones de kilos de alimentos, muchos de los cuales vencen en julio. En los comedores, sostenidos por las organizaciones sociales y por la solidaridad de los vecinos, se multiplican los tapers. Cada vez son más largas las filas, cada vez son más los vecinos que se acercan a buscar lo que en muchos casos es su único plato de comida en el día. Los comedores populares son un gran ejemplo de organización colectiva para resolver un problema de miles: el hambre. A su vez, dejan expuesto que el Estado no garantiza algo tan fundamental como que cada argentino pueda acceder a un plato de comida en su casa. En Argentina, 10 millones de niños y niñas comen menos carne y lácteos en comparación con el año pasado por falta de dinero. La baja del consumo de carne fue del 13,5% en abril con respecto a abril del año pasado. Un millón de niñas y niños dejó de comer alguna comida al día porque la plata no alcanza. 

El gobierno pretendió instalar que los movimientos sociales se robaban los alimentos que se destinaban a los comedores y que son los responsables de la pobreza (llamándolos “gerentes de la pobreza”) mientras era el Ministerio de Capital Humano el que tenía guardados toneladas de alimentos en los galpones a punto de vencer.Es la política de ajuste y de entrega del gobierno la que genera que haya un millón de pobres nuevos cada mes, pasando de un 44% a un 55% y que duplicó la indigencia en cinco meses. Por su política de despidos masivos, de recorte de salarios y jubilaciones. El gobierno de Milei reprime las protestas populares, organiza causas judiciales contra las organizaciones sociales y desata una campaña mediática atacando la organización popular, hablando de “comedores fantasmas”. Busca desarmar la organización colectiva, al igual que los sindicatos, para dividir al pueblo y poder llevar adelante su política de ajuste y entrega. Para esto, instala que los dirigentes son corruptos, ensucia reclamos que son justos, y trabaja la idea de la “salida individual”, cuando sabemos que la salida es colectiva. El hambre es un crimen, y más criminal y miserable es, ensuciar a aquellos que luchan todos los días para garantizar un plato de comida a miles.

Un recorrido de lucha

Los movimientos sociales nacieron en Argentina luchando contra las políticas de Menem en los ’90, cuando no existían los planes sociales. Vienen siendo protagonistas hace años en la pelea contra el flagelo de la droga con las CAAC como herramienta, y en la lucha contra la violencia hacia las mujeres con las promotoras territoriales.

Desde hace años los movimientos sociales juegan un rol muy importante en la unidad para la lucha. En el 2016 le arrancaron a Macri la ley de Emergencia Social, y fueron claves en unidad con otros sectores para enfrentar la reforma previsional. Esta unidad en las calles sentó las bases para ganarle al macrismo en las urnas. Las organizaciones sociales estuvieron en primera fila combatiendo la pandemia con la solidaridad como bandera. Con el protagonismo popular, garantizaron el sostenimiento de comedores y merenderos, y se hizo campaña activa contra el virus con los promotores de salud. 

En la actualidad se viene dando una dura batalla contra el hambre, para lograr que el gobierno entregue los alimentos. Así se vió en las filas del hambre en la puerta del Ministerio de Capital Humano, y en los más de 500 cortes de ruta el 23 de febrero y el 7 de mayo. Los movimientos sociales confluyeron en las luchas con el movimiento obrero ocupado, como se expresó en los paros nacionales del 24 de enero y el 9 de mayo, tomando la iniciativa y marcando el camino, mostrando que a este gobierno es necesario ponerle un freno en las calles. Este recorrido fue el que posibilitó que una gran parte de la sociedad se solidarice con el reclamo. La lucha popular golpeó al gobierno, y el juez Casanello ordenó que los alimentos sean repartidos de manera urgente. Y quedó expuesta una trama de corrupción en el Ministerio de Capital Humano, abriéndose una crisis institucional al interior del ministerio. La pelea por la entrega de los alimentos se une a la lucha de la clase obrera y el pueblo para torcerle el brazo a la política de Milei, y obligarlo a resolver las necesidades más urgentes y sentidas de los sectores más vulnerados. 

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